lunes, 18 de febrero de 2013

Feminizarte



Desde niña he anhelado sentir abundancia de Energía Femenina a mi alrededor, es hasta ahora que puedo traducirlo en palabras, aunque aún estoy descifrando lo que para mí es la esencia de lo femenino, (cada vez que intento exponerlo en palabras me confundo) sé reconocer en todo mi ser esta esencia, así como diferenciarla de todo aquello que en mi percepción no es femenino. Para mí, femenino y masculino son nombres que damos a distintas manifestaciones de la energía en nuestra búsqueda por comprender y clarificar, diferenciar y delimitar, esto es una de las cosas que parece hemos venido a hacer aquí, así que, jugando con eso expreso que lo que tradicionalmente hemos aprendido acerca de lo femenino y lo masculino solo roza superficialmente la esencia de esas expresiones de energía.

Esta era que estamos viviendo permite, quizá como nunca antes, expresar las percepciones que surgen de nuestra exploración de vida, en el tema de género que tan desbalanceado ha estado por años y años, se continúa en búsqueda de la igualdad. En mi observación veo dos vertientes claras, una, el sintonizar con lo que nuestro instinto, nuestro corazón dice y otra, que aunque se proclame como femenina, rinde culto al patriarcado.

Encuentro diariamente expresiones airadas de mujeres que buscan el éxito a la usanza masculina, que hablan de temas de raiz femenina pero lo abordan de una forma absolutamente masculina. Observo que el péndulo sigue moviéndose y eventualmente tod@s reconectamos con el centro, con esa tan manoseada igualdad, que  en un nivel es esa Unidad de la que todos formamos parte o que entre tod@s somos, pero que en los manifiestos llamados feministas viene a ser la igualdad entre los géneros y yo me pregunto ¿igualdad?

¿Por qué yo como mujer quisiera ser igual a un hombre? Yo no quiero eso, es como si quisiera convertirme en otro ser, una manifestación distinta a la que soy, eso solo surge de no valorarse, de no conocerse, de devaluar lo que somos y creer que necesitamos ser como aquello a lo que le hemos otorgado un nivel superior en nuestra mente. Para mí, eso es lo que se manifiesta en muchas de las expresiones de algunas mujeres que dicen luchar por sus derechos y por la igualdad. Para mi la igualdad ya es en muchos niveles, somos seres humanos, somos células de un entramaje mas grande, ahora bien, la igualdad "práctica" para mí es perceptible como esa libertad que tod@s reconocemos como derecho de expresar nuestra individualidad, seamos hombres o mujeres. Lo que yo percibo en muchas de nuestras acciones no es un reconocimiento de esa libertad, ni  una labor para facilitarla como realidad, sino una afanosa búsqueda, lucha y esfuerzo por cumplir los requerimientos, sean cuales sean los de moda que toda mujer moderna debe cumplir (según el patriarcado).

Si observamos que la idea más popular de éxito durante mucho tiempo ha sido la de ganar, la de tener más, la de lograr más, la de destacarse y ser más productiv@ que otr@s, evaluándonos en base a los resultados y a la comparación, entonces esa llamada igualdad se basa en luchar por tener el mismo derecho que "el hombre" para partirse el lomo y terminar exhaustas e insensibles a nuestra naturaleza, pero muy satisfechas porque por fin ya demostramos que no nos quedamos atrás, que podemos ser igualmente competitivas, eficaces, productivas y, por cierto, "masculinas", que los hombres.

El asunto para mí no es lo QUE hacemos sino COMO y DESDE DONDE lo hacemos.
No es limitar la expresión de la mujer o el hombre a un conjunto de actividades, sino honrar nuestra naturaleza y expresarla en aquello que espontáneamente surge de nosotr@s con alegría y entusiasmo.

El tema no es si trabajamos fuera o dentro de casa siendo mujeres o si tenemos hijos o no o si colechamos, amamantamos o no, o si tenemos un negocio exitoso, sino ¿cómo y por qué lo hacemos, para qué?
Para mi la pregunta fundamental es ¿lo hago porque me dan ganas, porque me nutre hacerlo o lo hago para demostrar que valgo, que puedo, para callarle la boca a alguien?

Hoy en día hay muchas mujeres, cada vez más, que son consideradas exitosas bajo esta fórmula, hay mujeres que están exigiéndose hasta el cansancio para obedecer a la nueva idea de lo que una mujer debe ser. Llamarle liberación femenina a cumplir con el trabajo culturalmente aceptado como femenino, además de trabajar en algo que reditúa una ganancia económica, sea dentro o fuera de casa y además creer que hay que ser la madre perfecta y, leer los libros de moda y obligarse a seguir las prácticas que estos recomiendan, es, desde mi perspectiva una esclavitud, una obediencia inconsciente a "eso" que algunos discursos feministas condenan, el patriarcado.

Para mí eso es perpetuar esa misma energía contra la que se cree luchar, porque parte de la idea de que hay que ser, hacer, pensar y actuar de una determinada forma con la ilusión de que haciéndolo, lograremos un resultado específico: la felicidad, el éxito, la paz, el equilibrio, etc.

Eso es una negación de la vida, de un modo u otro parecemos estar buscando garantías y la vida no ofrece garantías, es una negación del Ser, de nosotr@s mism@s el creer que siguiendo ciertos lineamientos  tendremos la vida resuelta, es aferrarse a las ilusiones y cerrarse a lo que es y por tanto limitar las posibilidades solo a lo que consideramos ,desde la mente, aceptable y valioso. Mientras no concienticemos esto, seguiremos obedeciendo, siguiendo al líder en turno por  miedo a percibirnos y aceptarnos y por ende,  transmitiendo eso a nuestros hij@s, independientemente de si hacemos homeschooling o criamos con apego, el manual no hace al maestro, la experiencia si.

En mi experiencia, seguir los caminos trazados por alguien más es útil mientras reconectamos con el propio, puede ser divertido  si recordamos que solo es una guía, un apoyo en tanto lo consideremos necesario, mientras re sintonizamos con nuestra guía interior.

Todos los libros, expert@s, gurús, filosofías y religiones exponen un conjunto de ideas y creencias que jamás podrán representarnos a cada un@ del todo, al identificarnos por completo con cualquiera de ellos, renunciamos a  conocernos a nosotr@s mism@s y expresarnos en libertad.

Si nos percibimos, recordaremos que no necesitamos aullar bajo la luna  ni proclamarnos diosas, ni creer que la menstruación es más sagrada que la digestión o que el ciclo menstrual determina nuestro humor y expresión por si solo, no necesitamos atacar a los hombres, ni separarnos de ellos ni creernos superiores, no necesitamos ser la madre ni la mujer "perfecta" para reconocernos y sentirnos femeninas, de hecho, yo observo que mas femenina me siento cuando menos pretendo serlo y simplemente soy en toda mi diversidad, humanidad, simpleza o complejidad, cuando ando mi camino de exploración y autodescubrimiento, en  honestidad, la mayor que me es posible (o tolero, jajajaj) a cada momento.

No necesitamos que nadie nos diga como ser femeninas, ya lo somos, y en la medida en que conscientizamos las creencias,  ignoramos los mandatos y nos percibimos a nosotras mismas podemos expresar nuestra femineidad honesta y alegremente.