miércoles, 30 de septiembre de 2009

Ejercitando la voluntad


Es tiempo de escribir un poquito aunque no tenga la más peregrina idea de qué poner.
Necesito hacer ejercicio. bueno ya está, al menos ya se me vino una idea a la mente. Ejercitarme es una de esas actividades cuya sola idea me da escalofríos y ganas de hacer cualquier otra cosa más gratificante como....lavar platos?
Decía que hacer ejercicio no me inspira el más mínimo deseo de empezar, pero una vez que por alguna milagrosa razón lo hago, me siento maravillosamente bien, hasta dentro de algunos meses en adelante en que me decido a repetir la experiencia. Pero la pregunta es: ¿Por qué postergo tanto el ejercicio?
Me siento como cuando te dicen -tómate esta pastilla que te va a hacer sentir mejor- y cuando uno se la toma, la desdichada tableta es diminuta y sabe a rayos, o es monumental y de plano no puedo tragarla. La cuestión es que lo veo como algo no natural en mi actuar, sino una especie de obligación, que no asocio de manera contundente con el placer.
He ahí el meollo del asunto.
Ahora bien, me imagino que también podría sentirme algo más inspirada y de paso comprometida a realizar ejercicio con constancia si me inscribiera en clases de baile o de yoga. Pero cuando lo pienso, siempre encuentro mil pretextos para no hacerlo, la falta de dinero y tiempo, como las dos principales y no necesariamente imaginarias.
Ahora que, profundizando más en el asunto, creo que el origen de todo esto es la falta de confianza que siento y la poca atención que pongo en las capacidades de mi cuerpo.
Desde que tengo memoria me he sentido asustada de lastimarme y siempre ha prevalecido más en mí el uso de la mente sobre la actividad física. Yo soy la más feliz echada horas leyendo un libro, con la mente activa volando en mil direcciones, imaginando, creando, reflexionando y digiriendo información, pero si me arrojas una pelota, lo más probable es que me cubra el cuerpo con las manos y la evada absolutamente.
Aunque no considero necesario para mi supervivencia ni para mi felicidad el tener habilidades atléticas (gracias al cielo o estaría perdida) sí siento cada vez con mayor fuerza, que necesito prestar más atención a mi cuerpo, darle más actividad de manera consciente y amorosa.
Estar más atenta y agradecerle con más frecuencia, todo aquellas maravillas que hace(mos) a cada instante.
Al fin y al cabo, éste cuerpo, al que en verdad me gusta mucho ver y sentir, parió a mi hijo, algo que me parecía un sueño lejano y lo hizo, lo hicimos a pesar de nuestros temores, de la atención médica y del hospital en que estuvimos.
Cobijé a mi hijo durante 9 meses, lo alimenté, lo acuné, lo amamanto y aún hoy puedo recordar con enorme satisfacción, agradecimiento y felicidad cuando mi hijo se deslizó desde mi interior al mundo exterior, como la más deliciosa sensación que he experimentado en mi cuerpo.
Así que, en agradecimiento a mi piel, a todo ese maravilloso conjunto de tejidos, órganos, células y energía divina que habito, comenzaré a amarlo como debe ser a través del movimiento y la atención a sus mensajes.
Échenme porras!

sábado, 26 de septiembre de 2009

Crónica de mi viernes

Esta es mi recién estrenada máquina de coser. Hoy comencé por fin a hacer mi primerísima bolsa de la vida con un retazo de tela que me encanta y tengo desde hace uuuuuuuhhh...
Ahí la llevo pese a todos los obstáculos que valientemente he sorteado, como que se me saliera el hilo más de tres veces, que se me olvidara como acomodar todo y recurriera al instructivo, que el peque anduviera rondando como demonio de tazmania queriéndole picar a todo, jugar con las agujas, alfileres, aplastar botones y demás mientras me decía -MAMÁ, DAME LAS COSAS PORQUE VOY A TEJER...
que se me olvidara cómo coser la bolsa más sencilla del mundo y hubiera de ver por enésima vez el bendito tutorial, las chorrocientasmil interrupciones para todo lo cotidianamente imaginable, convencerme de que soy capaz de hacer una puntada recta, la impostergable necesidad de comerme una pecaminosa dona de chocolate y un largo etcétera.
Si le piso con garra al pedal, dentro de unos meses ya voy a ser la costurera más rápida del norti!



Éste libro es mi última adquisición, la verdad es que casi no compro libros a pesar de ser librófaga, porque prefiero satisfacer mi gula en los anaqueles de la biblioteca y, voraz como soy en esto de la lectura, traerme a casita 6 libros cada vez que puedo. El breve monto de dinero que destino para comprar libros debe por tanto ser cuidado y restringido para no ser presa de mis impulsos compradores de última hora y como luego me doy unas arrepentidas, he optado por investigar lo mejor que puedo antes de adquirir un libro, sobre todo si no es económico.
Ésta belleza vale cada dólar. El papel, la escritura, las frases, las fotografías, los recursos y técnicas, toooodo, toditito me ha gustado y lo he disfrutado en los ratitos en que me he sumergido felizmente en él. I´m happy!
Quiero como cuarentamil libros más... pero uno a la vez, poco a poquito los iré teniendo.
*
Esta foto me encantó! Captura el momento exacto en que unas gotas de pintura vuelan rumbo al papel mientras otras se estampan en él formando vistosos círculos. Emiliano decidió pintar hoy y vaya que lo hizo. Sin ayuda de mi parte más que la de acomodar los papeles en el suelo, abrió uno a uno los botes y los agitó para después arrojar la pintura en todas direcciones con una inmensa alegríay concentración.
Una vez terminada su obra de arte, nos fuimos directo al baño para lavar sus atareadas y coloridas manitas.

lunes, 21 de septiembre de 2009

San Lunes...

Buen inicio de semana con este Lunes caluroso. En realidad empezamos el Domingo, no? pero siempre queda la costumbre de ver al espoleado Lunes como el triste y desanimado inicio de nuestra semana, supongo que porque coincide con el regreso al trabajo de la mayoría de las personas.
Cuando yo trabajaba (fuera de casa) el Lunes comenzaba en mi cuerpo desde las últimas horas del Domingo en las que me resistía todo lo posible a dormir por la inútil idea de alargar el día que no quería que terminara. Tenaz y malencarado, el Lunes siempre llegaba y con él la dificultad para pelar los ojos y la inevitabilidad de subirse al camión para llegar al trabajo.
Ahora el trabajo lo tengo aquí en casa, mi despertador más eficiente es la voz de mi hijo quien no admite demora alguna en sus peticiones ya sea de tomar leche, escuchar un cuento o ir a la sala a jugar con los bloques, entre otras curiosidades que se le ocurran en el momento al creativo moconete.
Aunque es cierto que tengo en muchos momentos, la "engañosa" opción de tomarme el día libre y no hacer ciertas tareas que suelen estar a mi cargo, ésta decisión se vuelve contra mí más temprano que tarde al acumularse las labores que, de cualquier modo terminaré haciendo y cuyo incremento es proporcional al de mi estrés por ver la casa hecha un verdadero desmadre (ven de dónde sale la palabrita?) y recriminarme por mi pereza y mi mala elección a pesar de que ya sabía el devenir de los acontecimientos por experiencias pasadas.
En fin que por más que me quiera hacer la loquita y no hacer esas tareas que no sé que cabecita divina ligó indefectiblemente al género femenino hay algunas ineludibles, pues que yo sepa jamás ha vuelto a caer el maná sobre nuestras cabezas y los miembros de la especie humana no se alimentan del sol ni del aire, así que, con o sin espíritu felizmente alquímico o no, la comida tiene que hacerse y con especial atención si la cocinera está determinada a proveer a su tribu y a sí misma de una comida balanceada, nutritiva, ovolactovegetariana y de orígenes lo más naturales posibles.
Pues he aquí que las tortitas de espinacas se han convertido en uno de los manjares más exquisitos y deseados de mi paladar (no muy compartido por los hombres de la casa) y hoy tenía planes de realizar el susodicho guiso, pero mi bienamado quiso chorizo de soya, y una que es buena esposa, linda y dulce mujer, (o media ilusa) quise complacer su gusto y el mío y me aventé el reto de hacer ambas comidas en aproximadamente una hora.......

.....Pues obvio que no me salió, no hice la salsa para mis tortas, el chorizo y los frijoles quedaron para chuparse los dedos, pero a mí se me fué un pedazo de yema entre las claras con lo que el punto de turrón quedó inexistente, entre las prisas y la falta de aceite me quedó una pseudotorta gigante que se me medio pegaba al sartén y yo tratando de contenerme de echar madres muy pacientemente la desprendía poco a poquito hasta que la ardua labor de darle vuelta fracasó y quedó un absoluto despapaye que me tuve que comer solita (nadie más se animó) y medio atufada por quedarme con el antojo de mis tortitas.
Pues ya qué! Mis hombres comieron rico, al final yo también me resigné y disfruté mi comida y eso sí, se reafirma el dicho EL QUE MUCHO ABARCA, POCO APRIETA.



jueves, 10 de septiembre de 2009

Estrenando vida





Tengo sueño, me arden los ojos y quiero descansar, pero antes quiero escribir un poquito acerca de mi día. Hoy es 10 de Septiembre, y a las 10:10 de la mañana cumplo 31 años!
Estoy contenta y satisfecha de este año, de mi vida, de mi día y de lo que siento evolucionar en mí, percibo alegres vientos de cambio que me impulsan firme pero gentilmente.
Mi hijo crece a pasos agigantados, me sorprende su independencia y a veces me olvido de que es un niño pequeño.
Hoy vimos que en el patio habían nacido unos pequeños hongos, regalo de las lluvias recientes y la sombra del árbol que los protege, con todo y ello, la temperatura no les favorece y algunos ya están marchitándose. Quise inmortalizarlos porque me pareció que se veían hermosos y porque me recuerdan mi infancia, cuando tras las lluvias salían infinidad de botoncitos blancos pequeños y delicados y me tendía sobre el pasto para ver las diminutas líneas que salían desde el centro en todas direcciones por debajo de la capucha. De ahí a oler la tierra mojada, sentir los hielitos esporádicos de las granizadas y ver la jacaranda en flor hay sólo un instante, un segundo en el que vuelvo a tener 7 años...
La muñeca de manta turquesa que comencé ayer, va a la mitad, es más delgada de lo que la proyectaba en mi imaginación, es la primera que hago y es toda una hazaña porque siempre me sentí bastante inepta para la costura, mi mamá cose desde siempre y a mí nunca me había llamado la atención...hasta ahora. Lo irónico del asunto es que el viernes me traen mi máquina de coser nuevecita de paquete!!!! y ya tengo chorrocientosmil proyectos a realizar.
Cuando veo a mi muñeca veo a una amazona de larga y vibrante cabellera, salvaje y tierna corriendo descalza sobre la húmeda tierra y nadando veloz en las heladas aguas del mar. La imagino perfectamente pariendo libre, acunando a un bebé y amamantándolo, bailando intensamente, trepando árboles, riendo a carcajadas, gritando su furia breve y concisa, abrazando la vida con cada filamento de su ser...

Alguna musa vibrante de energía naranja y magenta se instaló en mi hombro izquiero, ágil e impetuosa instruyó a mi cuerpo y juntas comenzamos la revolución desordenada de ordenar mi casa. Ambas volábamos de cuarto en cuarto barriendo, desalojando arañas, cambiando de ubicación los muebles, guardando juguetes, recogiendo platos, reacomodando libros, inventando espacios felices para mi estudio de arte, recuperando el orden físico de mi espacio y ordenando mi espacio vital al mismo tiempo, reclamando la paz y la alegría envueltas en partículas de polvo.
Nada como un hogar limpio y espacioso para recibir a la hermosa edad que hoy estreno.

martes, 8 de septiembre de 2009

Lavado de coco

AAAAAAAAAAHHHHHHHHHH!!!!! A punto de terminar el post, quise cambiar una frase y borré todo! Qué frustración!
Hoy es mi quinto día sin champú y el tercero sin antitranspirante. Me siento muy bien. Tengo la satisfacción interna de estar beneficiando a mi cuerpo al dejar de exponerlo a tanto químico dañino. Aprecio el nuevo placer que implica el ritual de hacer té de manzanilla para vertirlo tibio sobre mi cabello. Este pequeño cambio ha sido como la piedrita que arrojada al agua provoca ondas expandiéndose a su alrededor, se ha convertido en algo simbólico, el dejar de oler a florecitas artificiales me confronta con mi animalidad, con mi cuerpo, sus olores, ciclos, lenguajes, pulsos, deseos y funciones.
Las pequeñas cosas se suman y resuenan a una gran escala. Nos desconectamos de nuestro cuerpo, lo evadimos e intentamos negarlo cuando usamos el maquillaje, la ropa o los afeites como una máscara que nos haga sentir aceptables al mundo "civilizado", cuando permitimos que esa sea nuestra carta de presentación, cuando nos moldeamos para encajar en lo establecido (por quiénes, a qué precio y por qué carajos lo permitimos?).
Me parece repugnante y triste a la vez, ver la cantidad de basura que consumimos diariamente al encender la televisión y alimentarnos de tantos modelos irrealizables cuando no ridículos y por demás falsos. De llevar inserta tanta información errónea y manipuladora desde edades tan tempranas, en las que nuestra inocencia nos impedía cuestionar lo que nos decían los mayores, los que saben, los expertos.
Reniego de lo irónico que es que nos lleve toda una vida intentar ser libres, auténticos y recuperar la pureza que trajimos al nacer.
De pronto volteamos y nos damos cuenta de que lo que interpretamos como nuestra voz no es sino el caudal de voces mezcladas que hemos escuchado sin cesar desde que existimos; cómo cuesta y qué fascinante es sumergirse en esa madeja para encontrar el hilo de nuestro ser, el que nos conduce a nuestra esencia y nos reconecta con lo que hay de único en nosotros, sin perder lo que nos une a los demás.
Salvarnos entre la multitud, nombrarnos en nuestro interno y "hacer nuestro camino al andar", ese que nos define, no por su perfección, no por ser especial, sino sólo y especialmente por ser nuestro.
Hay gente que no lo pierde, que va por la vida venciendo opiniones y afrontando los golpes de su intensa tenacidad con el enfoque puesto en el camino delante.
Hay otras que como yo, viajamos en círculos ascendentes recuperando la voz poco a poquito, cíclicamente reconectando con el aletar oculto entre las costillas, con la fuerza que impulsa nuestros cuerpos a respirar cada día, con eso que nos nutre el alma.
Yo decido de cuando en cuando ir liberando a mi mente, mi cuerpo y mis emociones de lo que las constriñe. No quiero aditamentos fabricados a los que asirme en busca de identidad, de falsa seguridad ni de calculada expresión. No quiero las cadenas en mi piel aunque se vistan de glamour, moda o cultura. No quiero medias, fajas, sostenes, tacones, tintes ni máscaras que me incomoden, me limiten y me hagan sentirme parte de una producción en serie.
Eso no significa que esté liberada, pero sí que sigo adelante, creciendo y aprendiendo a escucharme, a liberar mi voz, a reclamar mi espacio y mi derecho a ser yo, con amor.
Y todo por dejar de usar champú!


viernes, 4 de septiembre de 2009

Pintando






Una probadita de lo que hay en mi caballete, en mis manos y lo que ha estado cocinándose en mi imaginación y ,conjugando fibras, sentidos, tiempos, suspiros, movimiento, energía, alas, pies descalzos, manos pintadas y vientos propicios, ha devenido aquí.